Soy consciente de los privilegios de los que disfruto en muchos aspectos y uno de ellos es, sin duda, el poder salir del armario de las relaciones convencionales y hablar tranquilamente de mi modelo relacional con cualquier persona que me pregunte, sin temor a represalias de ningún tipo en mi entorno. Creo que es muy importante que algunas personas aprovechemos ese privilegio para dar voz a aquellas que por distintos motivos no se lo pueden permitir.
Dicho esto, la visión de salir del armario de cada persona del colectivo puede ser diferente y si llegas hasta aquí sin conocer a personas ni referentes en esto, ten por favor en cuenta que lo que vas a leer es una forma de verlo de entre un millón. Como siempre digo, lee, coteja, critica, valora, decide y genérate tu propia opinión.
Las dificultades a las que se enfrenta el colectivo
Para muchas personas, manifestar abiertamente su no monogamia podría poner en peligro la custodia de sus hijxs ante una separación, conllevar problemas económicos por represalias o directamente despidos en el trabajo, e incluso en algunos países estas son opciones que no pueden ni tan siquiera plantearse porque la vida de quien se sale de la norma no tiene ningún valor. Durante mucho tiempo algunas personas asexuales ni siquiera han podido asumir que lo eran, porque les hubiera supuesto una crisis relacional, emocional y social, así es que en muchos casos se han resignado a pensar que eran raras y que debían estar enfermas, y han tragado con relaciones sexuales que ni sentían ni realmente deseaban. Así es que yo que puedo y quiero, hablo no “por”, pero si “para”, para ti, para mí y para todxs mis compañerxs, para mi primero.
Nuestro armario vs armarios vecinos
Salir del armario de las relaciones normativas puede ser bastante más complejo que salir de cualquier otro armario, por lo menos hoy en día. Cuando escucho testimonios de personas que practican BDSM o quienes forman parte del colectivo LGTBIQ+ y que a su vez mantienen relaciones poliamorosas, swingers, asexuales o son anarcas relacionales, siempre convergen en la misma opinión: la gente entiende cada vez más que haya personas con diferentes orientaciones, que se relacionen mediante determinadas prácticas o que en la cama hagan lo que quieran con quien quieran, ahora bien, cuando se trata de entonar un “yo me relaciono de otra forma con mis vínculos”, la sociedad entra en colapso y sienten que su sistema se tambalea. Esto hace que se pongan a la defensiva y que terminen aceptando antes que seas sumiso que el hecho de que tu pareja se pueda relacionar libremente con otras personas.
¿Te cuento mi salida?
En mi caso en concreto, mi entorno ha aceptado siempre (en mayor o menor medida) mi forma de relacionarme y aunque no he estado exenta de juicios o bromas puntuales, nunca me he sentido realmente ofendida. Como anécdota os contaré como salí del armario con mi madre. Un día vino a mi casa y yo estaba con uno de mis vínculos sexo-afectivos que no era el que ella conocía desde hacía tiempo. Veníamos de correr, íbamos ambos en ropa de deporte, pero claro, a ella le extrañó que una persona con edad y género que le convertían en target sexual para mí, estuviera a solas conmigo en casa. Como yo nunca había hecho ningún tipo de alusión a la naturaleza de la relación que me unía con Llamemoslex, la siguiente vez que mi madre y yo nos vimos, la conversación que se dio fue la siguiente:
- Sra. Madre: Cariño, ¿Llamemoslex es tu novio?
- Myself: pues no lo sé mamá, depende a que llames tú novio
- Sra. Madre: pues eso, novios
- Myself: ¿Sr.parejademadre es tu novio?
- Sra. Madre: ¡Claro!
- Myself: pues mira, yo quiero muchísimo a Llamemoslex, tengo sexo con él, me voy de vacaciones muchas veces con él, paso la mayoría de fines de semana con él, no está en mis planes a corto plazo convivir con él… vamos como tú y Sr.parejademadre. La única diferencia es que yo no hago todas esas cosas solo con Llamemoslex ni me siento obligada a ello.
- Sra. Madre: pues a mí eso no me gusta
- Myself: Claro mamá, por eso tú tienes esa relación con Sr.parejademadre, porque a ti te gusta relacionarte de otra manera
- Sra. Madre: no, no, que no me gusta para mí no, QUE-NO-ME-GUSTA
Cambió de tema radicalmente cuando intenté seguir explicándole otras cosas que caracterizaban mis relaciones -lo de la pluralidad solo respondía a qué hacía alguien así en mi casa a solas conmigo, pero no definía mi forma de ver las relaciones-, creo que fue porque debió sentirse sobrepasada por la información, pero un rato después, tras unos minutos de silencio me dijo: “cariño, ¿tú eres feliz así y no le haces daño a nadie?, pues ya está”
Una anécdota mucho más graciosa me pasó con la que era mi jefa hace unos años. Nos conocíamos muy bien porque llevábamos por aquel entonces un par de años trabajando codo con codo muchas horas al día. Siempre que hablábamos de aspectos personales yo le decía: me voy con mi amigo nosequién a hacer nosequé, mañana ceno con mi amigo nosequién nosedónde. Un día simplemente me preguntó: Belén, cuando dices “mi amigo”, no hablas siempre de la misma persona, ¿verdad?.
Estas dos anécdotas se dieron en una época en la que yo me sentía más cómoda con la etiqueta “poliamorosa”, y las respuestas iban también en esa línea. Quizás hoy en día hubiera ampliado la respuesta con algunas observaciones importantes que van más allá de la pluralidad de los vínculos sexo-afectivos.
¿Y si mi entorno es muy cerrado?
Uno de mis vínculos, concretamente Llamemoslex, siempre había dicho que él no podía contarle a sus amigxs de toda la vida el estilo de relación que tenía conmigo. Él forma parte de un grupo de amigxs bastante endógamo y con unas ideas… digamos tradicionales. El caso es que un día que se habían bebido alguna cerveza de más, estando todos sentados surgió la ocasión y se lo contó. En contra de lo que había imaginado mil veces, tanto sus amigos como sus amigas mostraron muchísimo interés en saber más, y al cabo de poco más de una hora, el tema era historia y ya estaban hablando de otra cosa. Desde entonces sus amigxs asumen que esa es su nueva forma de relacionarse y aunque no lo entienden (el famoso “yo no podría”) nunca se ha sentido reprochado o juzgado por ello.
Como os decía, yo me sé privilegiada, pero no todo el mundo tiene esta suerte. Cada unx debe analizar muchos datos antes de salir del armario: su situación, su entorno, su capacidad de afrontar las posibles consecuencias, su red de apoyo…
Si quieres y finalmente te has decidido a salir del armario pero no sabes cómo hacerlo o la situación te supera, pide ayuda a tu red o a personas que te generen confianza, las personas de nuestro alrededor pueden estar más dispuestas a escuchar y ayudar de lo que a veces pensamos. Hoy en día hay muchas asociaciones, colectivos y agrupaciones de personas que se relacionan de manera diferente, en estos grupos podrás encontrar también personas como tú que hayan vivido experiencias similares. Si aún así la situación te desborda, siempre puedes acudir a profesionales que estemos familiarizadxs con estos retos. Lo importante es que sepas que no estás solx.